El Programa de Psiquiatría Intracomunitaria, antecedente del Servicio de Psiquiatría del Hospital Barros Luco

 

Los antecedentes del Servicio de Psiquiatría del Hospital Barros Luco se encuentran en el Programa de Psiquiatría Intracomunitaria, que liderado por el Dr. Juan Marconi, comenzó su implementación en octubre de 1968, teniendo como escenarios iniciales el Consultorio Santa Anselma y la Población La Victoria, en la comuna de San Miguel entonces, hoy La Cisterna y Pedro Aguirre Cerda, respectivamente, en Santiago de Chile.
Juan Marconi, médico psiquiatra y profesor titular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, se había trasladado por esos años al área sur de Santiago, que habría sido elegida como destino pues no se encontraban allí servicios institucionales de salud mental, para una población creciente de cerca de un millón de habitantes, de los cuales aproximadamente un 80% eran obreros urbanos y campesinos. Se estimaba que un 20% de la población tenía ‘problemas de salud mental’ y que esa demanda no podía ser cubierta por los psiquiatras dispuestos en los servicios de salud y por los recursos con los que se contaba (Marconi, 1971).
La alternativa para enfrentar esto, según Marconi, era situar las intervenciones de prevención y tratamiento en salud mental – que habían sido diseñadas por el sistema de salud – en instituciones diversas que ya habían sido creadas por la propia comunidad, lo que permitía también prescindir de la inversión de recursos en infraestructura y equipos de profesionales, que además requerían una instalación formal y clásica de salud.
Se diseñó de esta manera un programa, que se basó inicialmente en la gestión en un consultorio periférico, utilizando como estrategia principal la delegación masiva de funciones, lo que permitía incorporar a la comunidad en distintos niveles, en la resolución participativa de problemas de salud mental, con el apoyo de profesionales y especialistas en tareas específicas. El trabajo comunitario se realizaba sobre la base de lo que se llamó ‘pirámide de delegación de funciones’ en psiquiatría, estratificando a los participantes en distintos niveles (Marconi, 1971).



En este sistema muy estructurado de delegación de funciones y tareas, cada nivel – desde la mayor especialización y nivel de competencias (D1), hasta el menor nivel de especialización, que era la comunidad en general (D5) – debía cumplir ciertos roles asignados en el abordaje del problema. Los niveles de delegación, en la forma inicial del programa, eran: D1, compuesto por médicos y psiquiatras; D2, que incluía enfermeras, asistentes sociales, matronas y otros profesionales; D3, auxiliares de enfermería, voluntarios (Cruz Roja, por ejemplo), profesores primarios, líderes religiosos; D4, líderes comunitarios, monitores, rehabilitados alcohólicos; y, D5, la comunidad en general. En este sistema muy estructurado de delegación de funciones y tareas, cada nivel – desde la mayor especialización y nivel de competencias (D1), hasta el menor nivel de especialización que era la comunidad en general (D5) – debía cumplir ciertos roles asignados en el abordaje del problema. En la versión original del Programa Intracomunitario, psicólogos y psicólogas no tenían un lugar especificado dentro de la delegación de funciones.
El Programa Intracomunitario tuvo como objetivo, en un primer momento, la intervención sobre el alcoholismo, que se consideraba el principal problema de la población obrera y de los pobladores en la época. Para el problema de salud mental se definían ‘objetivos de salud’ – con intervenciones necesarias y posibles desde las competencias de las personas en cada nivel de delegación – en 3 áreas: información (prevención), reconocimiento (diagnóstico o detección) y resolución (terapéutica). Luego para cada nivel se definía lo ‘mínimo’ posible de ofrecer para que la respuesta fuese operante, es decir, resolviera el problema. De esta manera, se distribuían las intervenciones del conjunto del programa en los distintos niveles de delegación (Marconi, 1971).
Finalmente, era preciso dotar de competencias y contenidos a los participantes en cada nivel, trasladando los conocimientos desde la universidad a la comunidad. La formación o capacitación se basó en la enseñanza mediante técnicas pedagógicas programadas de uso colectivo. La ‘enseñanza programada’ consistía en la entrega a las personas, según su nivel de delegación, de una cantidad de conocimientos definidos en una forma muy específica y precisa, usando un lenguaje y metodología especial, comprensible para cada grupo y adaptada para ello (Marconi, 1971).
Se determinaban entonces, de manera muy estructurada, los contenidos, metodología, lugar y grupo objetivo. Esto quedaba representado en las denominadas ‘unidades de adiestramiento’, construidas inicialmente por los expertos, pero considerando la opinión de los miembros de la comunidad y su lenguaje para comprender los temas. Las unidades de adiestramiento estaban constituidas por preguntas y respuestas, que las personas en formación debían aprender al pie de la letra (Marconi, 1971).
Para alcohol, la unidad de adiestramiento D5, el nivel más general y básico, con información que debía ser manejada por toda la comunidad, se titula “Conversando el botellón”. Algunas de sus preguntas-respuestas, son:

Pregunta 1
¿Por qué tomamos un trago?
Respuesta 1
Tomamos un trago por costumbre, para sentirnos bien y, algunos, porque el cuerpo se lo pide.

Pregunta 4
¿Por qué entre nosotros, los hombres, nos curamos?
Respuesta 4
Entre nosotros… para celebrar y parecer más hombres, para olvidar penas, o por enfermedad.

Pregunta 8
¿Cómo llegan los curados a ser enfermos alcohólicos?
Respuesta 8
Curándose más de un sábado o domingo cada mes o poniéndole más de un litro de vino todos los días.

Pregunta 9
¿Se dan cuenta ustedes que hay dos clases de enfermos alcohólicos?
Respuesta 9
Fíjense… porque a los de una clase, al empezar a tomar se les calienta la boca, y a los de la otra clase, cuando dejan de tomar, se sienten ‘espirituados’.

(Unidad de Adiestramiento D5 “Conversando el botellón” (Marconi, 1971))

En el modelo, la capacitación se da por efecto multiplicador, donde un nivel superior tenía como misión enseñar los contenidos al nivel que continuaba y, de esa manera, sucesivamente: D1-D2, D2-D3, D3-D4, D4-D5.

A 3 años de instalación del Programa, Marconi reportaba como logros (1971):
• El traspaso efectivo de conocimientos para reconocer al alcohólico y al bebedor excesivo a nivel de los integrantes de la comunidad que forman parte del programa.
• En la población La Victoria, se había logrado un 65% de abstinencia, luego de 2 años de tratamiento realizado por monitores D4 y técnicos D3 (en comparación al 31% logrado por los equipos de atención primaria de los consultorios periféricos en el mismo periodo de tiempo).
• En la Población La Victoria se desarrollaron instituciones de fomento de la salud mental. Además de los clubes de abstemios – fundamentales en la concepción del programa –, clubes de vacaciones, ramas femeninas y de adolescentes, jardines infantiles populares.
• Se había formado un grupo de médicos generales y psiquiatras de orientación intracomunitaria, que tenían como misión la extensión del programa a otras regiones del país.
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Este texto ha sido extraído fundamentalmente de la Tesis Doctoral: Norambuena Cárdenas, Pablo. (2018). Comunidad, salud mental y psicología. Raíces de la psicología comunitaria en Chile: pensamiento, práctica y desarrollo de programas de salud mental comunitaria y otras iniciativas de enfoque comunitario, entre 1960-1973


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